Alba Rocosa y Alexandra Sin entrevistan a nuestra compañera Carmen Aja.
https://www.youtube.com/watch?v=5UEcit9t3dA
DERECHO COLABORATIVO
Carmen Aja
Alba Rocosa y Alexandra Sin entrevistan a nuestra compañera Carmen Aja.
https://www.youtube.com/watch?v=5UEcit9t3dA
DERECHO COLABORATIVO
Carmen Aja
Tuvimos el placer de asistir al Congreso de Derecho Colabortativo organizado por la Asociación de Abogados Colaborativos de Familia (ACF), la Red Europea de Profesionales Colaborativos (ENCP), en colaboración del Ilustre Colegio de Abogados de Málaga, que tuvo lugar entre los días 30 de junio y 2 de julio de 2022, en la Sede del Ilustre Colegio de Abogados de Málaga.
Allí pudimos coincidir con nuestras amigas y buenas compañeras del País Vasco, Cataluña y Mallorca, entre otras. Gracias a tod@s!!
Por Inma Campos.
En este largo confinamiento nos hemos encontrado con nosotros mismos y con nuestra pareja. Hemos tenido tiempo para pasar por tormentas y después mares en calma… o incluso hasta hayamos naufragado llegando a una isla desierta.
En estos momentos más que nunca hemos puesto a prueba nuestro matrimonio. Hemos pasado irremediablemente a un “todo incluido” que nos tenía que proveer 24/7: de compañía, comprensión, ayuda, consuelo… pero también pasión, entretenimiento, diversión y algo de emoción. Ahora más que nunca queremos una contradicción o quizá un imposible, que nuestro matrimonio sea a la vez el ancla que nos da seguridad y la ola que nos hace vivir la aventura.
Puede que alguno de nosotros haya concluido que no debe seguir casado con su pareja, pero también puede que alguno simplemente haya visto algún agujero en su embarcación que requiere de urgente reparación.
Como abogadas de familia nos hemos encontrado con todo tipo de parejas y de rupturas, lo que nos ha llevado a una invariable conclusión, cada caso es único y como tal requiere de su peculiar solución. No hay fórmulas mágicas ni genéricas, porque las personas están vivas, cada cual a su manera.
Por ello, el matrimonio puede que decida divorciarse o puede que decida no hacerlo y llegar a un pacto de no agresión, de comprensión, solidaridad, conciliación laboral y familiar… en fin un acuerdo que sirva de brújula para no perder el norte en tiempos difíciles. En esto también podemos intervenir a través de nuestro proyecto de Biencasados.
En un principio “Biencasados” fue un proyecto destinado a parejas que iban a casarse y querían dejar plasmado en un documento su propio sentido de matrimonio, sus propios acuerdos respecto a cuestiones del día a día como la economía común, el reparto de trabajos y tareas domésticas, los futuros hijos, la relación con nuestras respectivas familias… o cuestiones tan importantes como imprevisibles como qué pasaría si uno de los dos queda en situación de invalidez, grave enfermedad o incapacidad; o cómo haríamos si lo nuestro no sale bien y debemos separarnos. Y con el tiempo hemos descubierto, a través de peticiones de nuestros propios clientes, que estos «pactos de convivenvia» también pueden alcanzarse y documentarse después de haber contraído matrimonio, tras pasar por distintas etapas juntos y cuando ya han aflorado determinadas diferencias que sabemos que requieren de una solución.
Todas las posibilidades encuentran su respuesta. Consulta nuestra web: https://www.abogaciacolaborativamadrid.com/biencasados/
*La dicotomía que podemos hallar en la pareja o en el matrimonio, que invariablemente busca ser el ancla y la ola, es una idea original de Esther Perel, psicoterapeuta de origen belga pero afincada en Nueva York, de reconocido prestigio internacional . Cuenta con varias publicaciones muy interesantes sobre las relaciones de pareja cuya lectura recomendamos.
Por Carmen Aja
El Convenio Regulador es el documento que recoge todos los acuerdos de la pareja que se separa con respecto a sus hijos y/o patrimonio común. Al menos debe contener los siguientes extremos conforme el Código Civil:
Si buscamos en internet encontraremos modelos de convenios a modo de formularios donde sólo tendremos que introducir los datos de las partes. Muchos abogados de familia tendrán sus propios modelos y ejemplos de acuerdos similares. Sin embargo, hemos de ser cuidadosos con lo que tenemos entre manos.
Lo que para nosotros es un documento más, que negociamos, redactamos y ratificamos, es la nueva vida para las familias que se separan. Nuestras palabras suponen una nueva rutina, una nueva relación para toda la familia.
De ahí la necesidad a hacerlo con cuidado, con mimo y siempre con invitando al cumplimiento y la confianza.
Pero, ¿cómo se hace?:
Ante un contrato de cualquier tipo es esencial que las partes se reconozcan en esa redacción, ya que tan importante es el fondo como la forma. Seamos rigurosos en el contenido y afables con la redacción para que ese documento sea claro, flexible y pueda crecer con la familia.
Y al final, después del trabajo de negociar y redactar un acuerdo, que los clientes no lo usen más porque son capaces de entenderse por el bienestar de sus hijos.
Recursos interesantes:
Libro: Discovering Agreement, Linda Alvarez.
Guía: Comunicación clara, Prodigioso Volcán.
Por Carmen Aja
¡Qué tiempos para estar viva (y ser abogada)!
A la extraordinaria crisis sanitaria que enfrentamos se le suma la económica y social. La abogacía, siempre presente en la vida y, por supuesto, en el fin del mundo, tiene un importante papel que desempeñar.
Por un lado, nos encontramos con compañeros que no dan abasto para gestionar «claúsulas rebus sic stantibus», ERTEs (gestionarlos, negociarlos, impugnarlos), violencia de género, visitas de menores, impuestos, etc. Un artículo aparte podría dedicarse al trabajo sin prevención que se está llevando a cabo por tantísimos compañeros sin mascarillas, sin descanso ni desconexión.
Y, por otro, están quienes, con el cierre de los juzgados, no tienen casi nada que hacer.
En estos tiempos que quitan el aliento aflora de todo: la abogacía de oficio siempre presente y esencial, iniciativas “pro bono” y también “nuevas oportunidades de negocio”. Tal ha sido la “picaresca” de algunas iniciativas que el ICAM ha intervenido recordando nuestro Código deontológico sobre catástrofes y publicidad.
Aquí y aquí se puede leer más información sobre estos lamentables episodios.
Ya se auguran nuevos despachos “fordianos” de demandas colectivas de plataformas de afectados como se puede leer en esta noticia de prensa como se hiciera contra los bancos.
Una vez más, caemos en la tentación de responder con las herramientas de siempre a nuevos desafíos. Si algo nos enseña esta crisis sanitaria es que se sale adelante con colaboración y cuidados. No podemos pretender dar las mismas respuestas a diferentes preguntas. El mundo ya es otro. Nuestro sistema necesita una renovación.
Y es que da auténtico pavor pensar en nuestra Administración de justicia, ya superada y sin medios antes de la crisis, después de este parón y la avalancha que se viene. Necesitamos una justicia ágil y nutrida de medios personales y materiales. Además de pedir que se incrementen las partidas presupuestarias, ¿qué podemos hacer?
Creo que la abogacía tiene la respuesta: re-leer el código deontológico e implementarlo en nuestro ejercicio. Volvamos a su preámbulo, que enuncia lo siguiente:
“La función de concordia, característica de la actuación profesional, impone la obligación de procurar el arreglo entre las partes y exige que la información o el asesoramiento que se preste no sea tendencioso ni invite al conflicto o litigio.”
Tenemos que llegar a más y mejores acuerdos para que las partes puedan resolver sus diferencias de manera rápida y eficaz. Se necesita la mano de una abogacía conciliadora y resolutiva.
El coronavirus nos deja en casi todas las relaciones jurídicas “un cambio sustancial de circunstancias”. En vez de invertir tiempo en buscar jurisprudencia que nos dé la razón, podemos descolgar el teléfono (o el zoom en estos tiempos) y entender qué necesita nuestro cliente, y hacer lo mismo con la otra parte. Negociar, acudir a la mediación o al Derecho Colaborativo; alcanzar acuerdos. Hay muchas posibilidades de resolver los problemas sin acudir a un juzgado, sin perder tiempo y dinero en demandas, juicios, recursos y ejecuciones.
Conseguiremos que al juzgado llegue solo que tiene que llegar, que nuestro cliente quede satisfecho y que algo bueno hayamos aprendido del COVID19: a colaborar, a hacer honor de nuestra función de “concordia”
El Consejo General de la Abogacía Española introdujo en su Plan de Formación Continua varias jornadas sobre Derecho Colaborativo. En la que se celebró en Madrid, Inma Campos y Carmen Aja, pudimos compartir mesa y ponencia con nuestras colegas de Euskadi Alkain Oribe y Susana Sucunza. Fue una maravilla comprobar lo alineadas que estamos aún en la distancia y cómo no sólo se comparten inquietudes, intereses y perspectivas, sino también muchas risas. Gracias a las dos!
Parece una pregunta obvia. En general nadie quiere hacer las cosas mal; ni en el trabajo, ni con los amigos, ni con la familia. A todos nos gusta aprobar, cumplir con las expectativas, y ser felicitados por nuestro desempeño en cualquier ámbito.
Cuando se acaba el proyecto en común con una persona hay muchas decisiones que tomar sobre nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Nuestra economía se divide en dos, nos tenemos que mudar, tenemos que decidir cómo y cuándo pasamos tiempo con los niños y cómo pagamos sus gastos. A esto hay que sumarle que nuestro estado emocional no es el deseable, y podemos acumular ira, tristeza, frustración, culpabilidad, etc.
Poder tomar decisiones cabales en ese momento es todo un reto y un desafío. Es fácil que confundamos emociones con deseos, juicios con realidades, y nos acabemos perdiendo. Un buen amigo me contaba que para entender lo que es vivir ese momento, es como si te dieran un puñetazo en estómago y en ese momento de dolor, tuvieras que decidir.
Por eso es importante intentar tener la cabeza fría, capacidad de pensar a largo plazo y estar bien asesorado y acompañado. Las decisiones que tomemos van a marcar el futuro de nuestra relación y la vida de nuestros hijos. Si somos prudentes y nos los tomamos con tranquilidad, podremos avanzar a la velocidad adecuada.
Cuando hablamos de “divorciarnos bien” ¿a qué nos referimos?:
– Ser capaces de diferenciar las emociones de los hechos.
– Escuchar y reconocer al otro, y que nos escuchen y nos reconozcan.
– Buscar ayuda de profesionales que nos acompañen y guíen, al fin y al cabo, a divorciarse nunca nos han enseñado.
– Alcanzar acuerdos que sabemos que podrán durar, que nos sirven a nosotros, a nuestras exparejas ya nuestros hijos.
– No hacer nada que pueda perjudicar al otro, porque al final se volverá en nuestra contra.
¿Y por qué todo esto? ¿Por ahorrar los gastos de un juicio? ¿Por conseguir un desenlace más rápido?
“Divorciarse bien” es saber que estamos dando una lección a nuestros hijos de cómo se deben hacer las cosas cuando dejan de funcionar. Es ahorrarles más sufrimiento en ese momento, con peleas y rencores que no ayudan a nadie. Y es además sembrar cómo queremos relacionarnos y cómo queremos criar a nuestros hijos. Ya no somos pareja, pero seremos padres siempre.
Carmen Aja Ruiz.
Publicado en Facebook el 04/10/17